jueves, abril 29, 2010

DESPIERTA

Me había olvidado de él, como de tantos otros. No necesito recordarlo todo, no necesito recordar casi nada, porque no hay muchas cosas que merezcan la pena;… te decía que sintieras, que me sintieras apoyando mi mejilla en tu mejilla y volviendo la cara a la suerte y a la desidia de los días de septiembre.
Pero eso ya no importa porque tampoco me acuerdo de ti, tú me borraste de tu frente de paja, de tu alma de vilano. Me costó muy poco desprenderme del sueño, y no fue porque no fuera cierto. La vida me ha mostrado el haz y el envés de las circunstancias y del tiempo.

Hace mucho que no huele a laurel, pero yo respiro con más facilidad desde que vuelvo a sentir como sentía cuando le conocí.
Han vuelto los paisajes y los señuelos de la química sobre mi piel de arenas movedizas, y sería inútil pensar que sigo siendo la misma de antes, porque ahora me río menos y sé más que por aquel entonces. Sé, por ejemplo, que las cosas que aprendo en el presente sólo son útiles para el pasado y que para saber lo que me serviría ahora tendré que esperar a que sea luego.

No hablo de una sola persona, ni de un solo pasado o un único futuro: la claridad de un témpano de hielo; nuevas sonrisas cercanas al amanecer; una pierna que te envuelve en la noche; una voz que se cuela en el salón sin que nadie la espere, y te despierta del largo letargo de la vida-inercia; la ilusión de una habitación con vistas; tus manos en mi nuca; una canción. No digo que no sepas de qué hablo, sólo que realmente eso tampoco importa.


DESPIERTA.

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