martes, diciembre 22, 2009

Así continuaba andando como siempre, pensando en por qué una situación tan cruel se llamaba igual que un signo de puntuación, pensando en lo absurdas que parecen a veces las cosas cuando te paras a pensarlas más de medio segundo, igual que cuando repites mil veces seguidas un nombre (tayudcalatayucalatayudcalatayudcala), o te tiras en un banco a mirar los edificios y los árboles con la cabeza del revés.

Estas cosas no sólo se le venían a la mente porque el día estuviese gris y se sintiese sola como casi todas las tardes volviendo a casa. En otras ocasiones se le ocurrían ideas para montar un hotel, o se imaginaba a sí misma trabajando en otra ciudad o paseando en una calle desconocida; las acciones pasadas de otros; conversaciones que no fueran suyas o canciones insólitas sobre el devenir de la vida, y ahí lo hilaba con otro pensamiento sobre el origen de la palabra devenir y los jodidos franceses.

Al final, todo rodeaba su cabeza y por un segundo prestaba atención a algo de lo que había por la calle, un perro probablemente.

Y en esa espiral de liberación lingüística y cinematográfica redundaba un momento en que hacía frío o se le había olvidado sacar la ropa de la lavadora, y volvía sobre el uso del punto y coma o cuál era en realidad la mejor decisión: ¿volverse sola en aquel autobús o sentirse sola aunque volviera acompañada?

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Volverse solo, por supuesto. Te distraes menos de tí mismo. Además, insistir en las conductas perpetúa su sustrato.

Una de las posturas de yoga teóricamente más trasformadoras implica ponerse con la cabeza del revés (con todo el cuerpo del revés). Estoy empezando a ensayarla. Aún no la adopto, pero nada más con los ensayos la respiración te baja un montón, así como los hombros. Y eso, para mí en particular, es esencial.

Contempla de vez en cuando tus procesos mentales con la cabeza del revés, a ver cómo se ve.

La mente contiene automatismos que no son tú, he leído. También he leído que puede uno ponerse por encima de ellos y apartarlos. Pero sólo lo he experimentado a microescala, digamos.

Igual la afinidad hacia los perros es otro automatismo-trampa, por lo que representan los perros. Nunca lo he visto imposible en tu caso. Míralos con la cabeza del revés.

En cuanto a mí, estoy bastante mal. No puedo conmigo. Estoy harto también de quejarme.

Ayer se me ocurrió anotar: "Y al perder la esperanza pude ver lo que escondí detrás de ella. Sólo entonces empecé a desarrollarme." No sé interpretarlo muy bien.

Estoy cansado. Necesito ayuda, pero aprendí muy bien a rehuirla. Los chicos no lloran, y tienen que resolver los problemas por sí mismos. Por lo menos, ahora me doy cuenta. Siempre he sido un simple machito.

Anónimo dijo...

genial,kmo casi siempre jejje.me ha gustado mucho lo ke has escrito.aprovecho para desearte un feliz año y tdas esas cositas,cositas kmo un betis libre y en primera,je je,wueno un besote,kuidate musho. anonimo-chaketita.

Fossil dijo...

tal vez prefiero volver acompañada aunque implique sentirse sola, es una solución parcial, solo por dar mas tiempo a los sucesos ver si el viaje resuelve, algo, darle tiempo al tiempo, hay abismos que se saltan y se superan con tan solo una sonrisa..
"aun no es tiempo de marcharse.." mi comentario refleja mi propio yo tan defensora de las causas perdidas que nunca resuelvo nada... pero me encanta tu texto y me llega siempre hondo ivan ferreiro.. muacks

Anónimo dijo...

Oye, ¿y una diéresis? ¿Te ha ocurrido alguna vez una diéresis?

Síndrome de Abajo dijo...

Punto y coma rima con cromosoma, y yo tengo uno de más: to pa tí. Soy mongolo, pero molo; mi boca babea, pero por tus huesos; mi mano pasea, pero por tus carnes. Luego también pasea por mis propias carnes, pero es que me da vergüenza decírselo a mi mamá...

A ver, qué quieres, es que tengo el síndrome de abajo, y es lo que tiene.

¡Salud!