domingo, febrero 25, 2018

Mi Perséfone






Fuiste la sencillez y la hermosura, el frescor de una noche de verano.


Jamás he vuelto a ver unos ojos que reflejaran como lo hacían los tuyos la gratitud, la alegría, la eterna simpatía. Jamás he vuelto a ver unas manos más limpias, aun cuando te manchabas de esa tierra tan roja…
Vuelves a mi memoria. Nunca te fuiste. Nunca supe decirte que eras todo lo que yo quise ser, aunque otros nunca vieran todo lo llevabas en tu alma, aunque otros te juzgaran por ser como quisiste (o como te dejaron).
Recuerdo aquellas tardes en que me sorprendías con un tritón, por mí desconocido. Las cintas de Police y Supertramp (Crime of the century y Breakfast in America) tiradas en la mesa. Aquellos días en los que sentir que la primavera estaba cerca era ya ser feliz.
De ti aprendí a querer tal como quiero ahora, a amar lo que respira.
De ti aprendí a no pintarme las uñas (salvo en contadas ocasiones), a no llevar tacones casi nunca (a pesar de aquel día o algunos otros), de ti aprendí que vale mucho más hundir los dedos en la tierra mojada o recorrer ciudades caminando y cantar cuando quiera, aunque la gente mire.

Hoy te llamo Perséfone, pues desde que te fuiste hay jardines que no me han ofrecido ni una flor, no ha vuelto a ser igual la primavera y los pájaros callan las canciones que tú tarareabas.

Ojalá sólo fueran semillas de granada y volvieras mañana con tu mirada clara a decirme un te quiero o mira qué bonita es esa rosa, la cogí de un jardín mientras volvía…

2 comentarios:

erizo dijo...

Me alegro de tu vuelta y espero que la "resurrección" haya sido satisfactoria.

Un abrazo y gracias.

Anónimo dijo...

Hay palabras dignas de comentario, y palabras -más dignas- dignas de silencio.