jueves, febrero 14, 2008

Era, obviamente, el resultado de su dejadez en los últimos meses, lo sabía muy bien.
A pesar de todo, no le importaba demasiado (de ahí su dejadez).
Parsimoniosamente y en silencio, como quien prepara el almuerzo
un domingo de resaca, fue recogiendo sus cosas una a una, colocándolas en cajas estipuladas para ocasiones como aquella.

Se despidió del gato.


En la calle jugaban los niños al turco, eso a lo que algunos llaman pita, o rayuela, o tejo.



4 comentarios:

Traven dijo...

Tremendo y costumbrista, es realmente bueno, joder con la dejadez, pobre gato, y mira que a mí no me gustan mucho.

Un besazo,
P.

Fa dijo...

Pasé y me agradó lo que encontré.

CRISTINA dijo...

Por aquí también le llamamos "descansillo".
Y a veces no entiendo nada de lo que escribes pero me encanta. O sólo entiendo un poco, o imagino simplemente...pero me encanta.

Mario Parra Cachada dijo...

A mí eso que hay dibujado en el suelo no se me parece a un turco, ni a un tejo, ni a una pita (por dios); ni es una rayuela, sino varias.

Eso es una llave como un piano.

Por lo demás, sí: todo da igual, menos el gato.