A pesar de todo, no le importaba demasiado (de ahí su dejadez).
Parsimoniosamente y en silencio, como quien prepara el almuerzo un domingo de resaca, fue recogiendo sus cosas una a una, colocándolas en cajas estipuladas para ocasiones como aquella.
Se despidió del gato.
En la calle jugaban los niños al turco, eso a lo que algunos llaman pita, o rayuela, o tejo.
Parsimoniosamente y en silencio, como quien prepara el almuerzo un domingo de resaca, fue recogiendo sus cosas una a una, colocándolas en cajas estipuladas para ocasiones como aquella.
Se despidió del gato.
En la calle jugaban los niños al turco, eso a lo que algunos llaman pita, o rayuela, o tejo.
4 comentarios:
Tremendo y costumbrista, es realmente bueno, joder con la dejadez, pobre gato, y mira que a mí no me gustan mucho.
Un besazo,
P.
Pasé y me agradó lo que encontré.
Por aquí también le llamamos "descansillo".
Y a veces no entiendo nada de lo que escribes pero me encanta. O sólo entiendo un poco, o imagino simplemente...pero me encanta.
A mí eso que hay dibujado en el suelo no se me parece a un turco, ni a un tejo, ni a una pita (por dios); ni es una rayuela, sino varias.
Eso es una llave como un piano.
Por lo demás, sí: todo da igual, menos el gato.
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