El 14 de septiembre de 1992 fue capturado en Sanlúcar de Barrameda el último esturión del Guadalquivir.
Ese animal pasó sus últimas horas, días, y quién sabe si meses de vida, surcando el río en busca de otro individuo de su misma especie. Buscando otro ser vivo cuyo ADN tuviera un porcentaje tan alto de coincidencia con el suyo, que las amenazas del mundo parecieran más fáciles de superar. Luchando contra la soledad más aterradora que pueda describirse.
Días de angustia, de miedo, de búsqueda incesante por el azul mezclado con el cieno. Días, quizá, de incredulidad, de pánico por no hallar ni el más mínimo rastro de alguna pista que arrojara una estela de esperanza a la que aferrarse con ahínco.
Días de dolor infinito.
Así fueron los últimos minutos de vida del último esturión.
Los desgraciados últimos minutos del esturión más triste del que jamás se ha escrito.
No hay comentarios:
Publicar un comentario