Yo creo que en el cielo de los perros tiene que haber un traductor humano-perro que traduce sólo las palabras bonitas. Creo, también, que no puede existir un infierno canino, y que lo más parecido debe de ser una especie de purgatorio donde todo el rato es la hora de almorzar un día que toca barbacoa y no sobra, ni se cae al suelo, nada.
Pero, lo que está claro, es que en el infierno humano no puede haber ni un solo perro y, de camino, que en la tele sólo echan una pachanguita de Chuli (y otros fenómenos que alguna vez jugaron en el Betis) con los coleguillas del barrio. Eso, o el debate sobre el estado de la nación de 1997.
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