El individuo en cuestión atiende al nombre de “Dieguito” y asegura que se le fichó en 1983 “junto a otros compañeros como Canito, Cardeñosa o Gabino Rodríguez”, con quienes queda de vez en cuando para rememorar viejos tiempos.
“Este señor se presenta aquí cada mañana y le conocemos todos de toda la vida. Nunca le hemos preguntado, yo siempre he dado por supuesto que era de mantenimiento”, admite uno de los vigilantes del estadio Benito Villamarín, en Sevilla.
“Dieguito” insiste en que jugó un par de partidos en los ochenta y luego “me sentaron en el banquillo porque el míster de entonces decía que apenas se me veía en el campo, que no aportaba”.
Como no se le convocaba pero tampoco se le indicó que se fuera del equipo, el jugador ha estado “cumpliendo con mi obligación profesional” sin quejarse ni cuestionar las decisiones de los técnicos que se han ido sucediendo.
“A veces me hacen fregar el vestuario o hacer recados. Yo creo que lo hacen para que me cabree y juegue mejor, con más rabia. Pero claro, si luego no me piden que salga al campo, no puedo demostrar lo que valgo”, argumenta el jugador, que cuenta hoy con más de cuarenta años.
“Antes todo esto era campo. Campo del Betis”, rememora “Dieguito” con emoción, y confiesa que, ahora que se han acordado de él, tiene la esperanza de ser convocado de nuevo.
La directiva del club, sin embargo, se está planteando pagar al jugador su cláusula de rescisión, que asciende a ciento cuarenta pesetas y un refresco con gas.
El mundotoday:
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