jueves, junio 25, 2009

Siento que te extraño



A los 15 supe toda la verdad: que yo nací para volar.
A los 18 éramos extraños, dos pibes locos de par en par.
Luego fue la fiebre de los 20 años: romper con todo. Me balanceaba sobre los tejados.

Nunca fui la dulce niña de tus ojos, ni la mejor barca del mar. Nunca de nadie, dueña de todo, de lo imposible, de lo irreal.

La melancolía es un licor bien caro, no te has dado cuenta,
ya te ha emborrachado.

6 comentarios:

erizo dijo...

El vídeo no está entero, es una pena, pero pasaba de poner uno de esos vídeos preparados por alguien con fotos bonitas y frases de Bucay.

Mario Parra Cachada dijo...

En señal de respeto a mi propia costumbre no he visto ese vídeo, pero esa letra me parece una soberana estupidez tóxica y desorientadora. Lo mejor que se puede hacer con ella es recibirla como ruido, pero también el ruido es nefasto. Los tópicos del adolescente que se cree distinto y estupendo (nacer para volar, estar locos, ser extraños al resto, romper con todo) tienen su sentido durante un tiempo, pero son una simple pamplina insostenible y no se las cree nadie, ni ellos (nosotros) mismos en el fondo. Pero voy a lo que voy, porque la letra no es sólo inútil, sino dañina: fomenta el enquistamiento de unos planteamientos que existen para ser vividos y descartados. Pasado su momento, pierden el sentido; si persisten, entonces, malo.

Nunca de nadie, vale; dueña de todo, ni en broma; tal vez de las mentes y bolsillos de adolescentes identificados.

¿Lo irreal? ¿La borrachera de melancolía? ¿Vamos a seguir recociéndonos confortablemente en el gusto por flores del mal, o vamos a humillarnos en nuestra simple verdad (que es, sí, más incómodo) e intentar sentirnos bien? Fatal, eso de huir de uno mismo por mero afán estético.

Joder, con Amoral.

(¿Queda claro que no me gusta la letra y que me pone de mala leche?)

Un saludo.

erizo dijo...

Jajaja, ¡quién hubiera dicho que te ha sentado mal!...
Pero, ¿sabes qué?, me alegra, porque es señal de que el suplantador no ha podido suplantarte más allá de lo meramente cibernético y que, como persona o ente abstracto perriforme a rastas (¡parrampanchín!), sigues manteniendo intacta tu antisocialidad y animadversión por todo aquello que no pueda clasificarse según la escala de Mohs. Y eso, querido amigo, es un verdadero alivio.

¡Muacks!

Mario Parra Cachada dijo...

Em... ¿parrampanchín?

Igual no es antisocialidad y animadversión. Es posible incluso que sea todo lo contrario.

A propósito, de los cuatro últimos días, tres han sido de campo. Ayer al anochecer vimos chorrocientos jabalíes (tochos y jabatillos) en una charca, junto con algún venado, y de pronto escuchamos detrás del arbusto de al lado un sonido gutural tremendo y una especie de espiraciones de bicho grande... Nos miramos y nos fuimos de allí y dos minutos después vimos, hacia atrás y del lado contrario del camino, el venado cornudo posible autor del momento. Notar allí al lado la respiración de un bicho grande, y no verlo, ya casi de noche, es una sensación de peli de miedo.

Y además a mediodía comimos en la venta de Cuasimodo... Era clavado, el tío.

Qué gran día, ayer.

Caminante (El chico que camina) dijo...

Cuando Amaral todavía no vendían millones de discos, no recuerdo cómo llegó a mis manos este CD, que luego empezaría a hacerse muy conocido por el "Cómo hablar".

Pero a mí la canción que más me gustaba era esta, la 11. La que podía escuchar muchas veces seguidas.

dediego dijo...

No puedo dejar de escucharla, jo. Me gusta, me gusta mucho. Besito.