Todos, o casi todos, acercábanse a curiosear tras la enorme cortina roja; pero, ¿qué había allí exactamente?, ¿qué movía a los esperanzados a encaminarse a aquel rincón oscuro en lugar de centrarse en el amplio y luminoso espacio que quedaba a sus espaldas?.
La respuesta no la supe jamás, aunque intuyo que lo que hubiere no podíase catalogar como de este mundo, pues volvíanse los curiosos de un color cetrino y un caminar errático que acompañábales el resto de sus días.
La respuesta no la supe jamás, aunque intuyo que lo que hubiere no podíase catalogar como de este mundo, pues volvíanse los curiosos de un color cetrino y un caminar errático que acompañábales el resto de sus días.
2 comentarios:
¿
y
si
tal
vez
era
eso
que
algunos
llaman
el
aleph
?
No hombre, no, el Aleph de Borges no habría hecho tal efecto. Ahora, si te refieres al original, al de la Cábala, no sabría decir.
En cuanto al escrito, la verdad es que esta vez no me gusta, dicho sea desde el cariño.
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