viernes, noviembre 28, 2008

Sólo porque las calles que pisamos son distintas, aunque vuelvan a ser también siempre las mismas, y nos creamos que el tiempo juega de alguna forma a nuestro favor porque el cielo es tan precioso en las tardes de los últimos días del otoño…

Corre por algún sitio un río grisáceo al que nos prometimos y nos prometió tanto… Tanto como silencio en los momentos justos, o un brazo, o una mano. Pero la realidad está debajo de lugares que desconocemos, porque allí la escondimos en un ataque de cordura histérica. Nos ampara, aunque temamos lo peor de ella. Es, en realidad, la madre de nuestras esperanzas, aunque jamás se entrometa en nuestras ambiciones.

¿A quién se le puede pedir esa justicia que sólo ella nos brinda? Ya os lo he dicho: nos ama como a un hijo, nos esconde de ella para beneficiarnos con la ignorancia: al fin y al cabo, ¿qué importa todo aquello que queda lejos del alcance de nuestros sentidos?

Ah, pero no sabe, no sospecha, al igual que las madres a veces ignoran el paradero y los verdaderos actos que cometen sus hijos, que los sentidos llegan más allá de la vista o el olfato y, a veces, la verdad se cuela por las rendijas de los sueños o en forma de pellizco en la barriga. Entonces a ella no le quedará más remedio que levantar su manto y dejarnos marchar definitivamente, no sin antes pedirnos que nos cuidemos bien del frío y el resto de los males que el ancho mundo arroja.


Foto de: www.fotomadrid.com

4 comentarios:

Caronte dijo...

RITMO.

Me encanta que tus textos tengan múltiples lecturas, por supuesto también acordes a la situación de cada lector en el momento de leerlos..."justicia", me está obsesionando últimamente ese término, y sólo por la parte jurídica :P

Cuídate de los males del mundo, y

"no te quedes inmóvil
al borde del camino"

Besos

Anónimo dijo...

Cada vez escribes mejor.

Un besazo repleto de admiración.

Oulanem dijo...

Es curioso.

Caronte se queda con la justicia...

Yo, con esa verdad que, por mucho empeño que pongamos a veces para sobreponernos a ella, de vez en cuando vuelve en forma de pellizco en la barriga, a recordarnos lo que somos y dónde nos hallamos...

Múltiples lecturas.

La ficción es y será mi única realidad...

Mario Parra Cachada dijo...

La realidad, por definición, es lo que queda. Lo otro no queda. Es cuestión de elegir y compaginar según el caso.

Intervienen la capacidad de autoengaño, las inercias adquiridas y las personas que la alimenten, la inteligencia emocional, la libertad personal, la templanza, el estilo de vida, el plazo, las servidumbres, la búsqueda de superficialidad o profundidad, la fe, la fortaleza, las mecedoras, las descalzadoras, total, nadie va a leer hasta aquí, y toda clase de muebles, el tapicero, en su propio domicilio, el autoconocimiento, y más cosas que yo no sé o no recuerdo.